ZORRA MÍA

Del libro Zorra mía – Diario de un poeta recién divorciado-, del que casi estoy seguro que ya nunca verá la luz más que por este medio. Novela que escribí hace varios años y que recogía en forma de diario los pensamientos de un poeta al que su señora dejó por otro hombre, de oficio más rentable. Si me decido, iré dejando pequeñas muestras. Como botón, este poema que el tipo escribió a su señora.
 
Las cosas han llegado a este punto:
Si ayer se horrorizaban los vecinos
con los golpes que nuestra cama insomne
daba al muro de nata de su alcoba,
hoy los escandaliza el griterío
de nuestras broncas en cualquier esquina
de la madrugada. Tiene el amor
estas aristas. Mas, si en los remotos
momentos de pasión, te llamé Hespéride,
Hetera de Leche, mal caballero
y peor poeta sería uno si, ahora
que todo acaba, te llamara Hija
de la Grandísima Puta, aunque bien
sabes que es graduación que te mereces.
Permite, sin embargo, que te llame
Mala Pécora Sin Corazón, Zorra
Despiadada, Furcia Infiel, y quedamos
los dos cumplidos. A final de cuentas,
tú te quedas el piso, los amigos,
la cubertería de plata, el coche,
la cuentas bancarias, el felpudo, el árbol
de Navidad, y hasta el perro se va
contigo, el muy traidor. Ya da igual.
Que te aprovechen. Pero, dame al menos
la maleta, zorra, que es de mi madre,
y mis discos de Serrat y Chet Baker,
y los libros de Cela y Paco Umbral,
que voy a colocarlos frente a este
par de cuernos que con tan mala industria
supiste endosarme. Ojalá te hiera
a ti la vida de asta entre las cachas,
y ojalá que te empitone el olvido
por todos los boquetes de tu carne,
(en especial, por ese ojo sin niña
y sin lagrimal donde nunca pude
abismarme, y vaya si lo intenté,
estrecha mía, pero tú erre que erre,
cerrada en banda, entre Dios y tu madre).

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