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Ruiz Mateo se niega a declarar ante la justicia porque dice que se está muriendo. Y es cierto. Se muere. Y yo. Y usted. Lástima que haya tardado en percatarse. Le pasa a casi todos los delincuentes con pretensiones místicas, que justo cuando tienen que rendir cuentas reparan en que la suya es carne mortal, y se acogen a sagrado. Qué fastidio ser rico y descubrirse caduco. Si lo hubiera advertido antes se habría ahorrado levantar un imperio económico para ponerlo solo al servicio de su vanidad. Le habría dado ocasión a descubrir que apenas hay una cosa más grande que tu felicidad: hacer felices a los demás.
Algo así he pensado al saber que el astronauta Neil Armstrong había muerto, enfermo y viejo. La nuestra, en mi opinión, debe ser una especie muy inteligente y muy osada cuando logra poner a un particular en la Luna. Las cosas como son. Pero algo de estúpido debe haber en nosotros cuando dedicamos tanto dinero, audacia y talento a un paseo lunar sin haber resuelto antes la tragedia de concluir nuestros días doloridos y marchitos como mulos de carga.
Entiendo mejor la iniciativa de ese tal Dmitri Itskov, el millonario ruso que ha exhortado a todos los ricos del mundo a que inviertan en un proyecto científico que les ayude a burlar a la muerte. Eso tiene sentido. Destinar tu fortuna a cambiar tu destino. Porque lo de morirte y llegar a ser polvo enamorado está muy bien, pero sólo si no tienes donde caerte muerto. Si eres rico y lo bastante listo para comprender que pesa sobre ti una pena de muerte, lo lógico es que trates de eludirla o al menos aplazarla. Evitar la vejez, la enfermedad. Driblar al dolor. Posponer la muerte. Y ofrecer después el regalo al resto de los hombres. Ese es un reto de altura. La Luna también, pero ella sabe esperar.
Me permito ofrecerte mi humilde blog para alguna lectura, hay cosas en común… El tuyo me lo ofreció Carlos Sánchez, un amigo… http://encabecera.blogspot.com.es/
Me gusta, gracias.