RETRATO AL NATURAL DE GUADALUPE GERVÁS
Guadalupe con su muestrario de libros infantiles en castellano |
Los hombros muy redondos, las espaldas muy anchas, como de sirena o de nadadora profesional o como de madre de familia acostumbrada a echarse el peso del mundo encima. Tiene unos graciosos mofletes que le redondean el rostro, los labios carnosos, la melena rubia y los ojos azules, todo lo cual le dan un punto a lo Scarlett Johansson, sólo que a mí me gusta más Guadalupe, acaso porque las musas me gustan más cuanto más próximas y, como a Ulises, solo le temo a las sirenas si me cantan al oído. Habla esta mujer mucho y habla muy bien, en un castellano atezado por los océanos y los libros. Su verbo es flexible y volátil, talvez porque habla tanto con las manos como con las palabras. Expresiva hasta el exceso, sus manos echan el vuelo y dirigen las palabras y dibujan figuras en el aire y te hipnotizan. Es como si las palabras fueran tras los pasos de lo que hablan las manos y no al revés. Se sienta erguida, majestuosa y digna, toda ella transmite una seguridad que no es fingimiento. Incluso cuando mira de reojo a su marido se percibe que no busca aprobación sino la constatación de una complicidad. Cuando el camarero llega a la mesa, es a ella a la primera que toma nota. Un refresco, dicen sus manos o su boca. El camarero ya está hipnotizado. No todos nacimos para ser Ulises.
La entrevista a Guadalupe Hervás se publica en el diario HOY el domingo 22 de septiembre del 2013