REGRESO AL PASADO

Todos hemos fantaseado alguna vez con viajar atrás en el tiempo y rectificar errores. Volver sobre nuestros pasos y enmendar esa decisión fatal que nos colocó en este presente que no esperábamos. La dificultad está en averiguar el punto en que tomamos esa decisión equivocada. Puede que fuera el instante de firmar la hipoteca, el día en que decimos tener otro hijo más o en el momento de dejar en la urna un voto que luego nos salió rana. A saber.

Los griegos, que antes de cabeza de turco fueron huevo de civilización, ya pensaron en esto. Y se inventaron el mito de Yolao, un tipo al que los dioses pagaron sus servicios devolviéndole la juventud durante un día para que resolviera sus asuntos pendientes.
Este mito es tan actual que nuestro gobierno no deja de imitarlo. Como Yolao, busca desandar los pasos del gobierno anterior y reparar sus errores. Solo que para ellos reparar es recortar. Y somos muchos los que creemos que eso de reducir el número de altos cargos, controlar el gasto desmedidos de teléfonos, de comidas, locales alquilados para nadie sabe qué, dietas de viajes, fiestas, recepciones, sueldos vitalicios, abogados, publicidad y todo ese dispendio que hemos padecido durante años está muy bien, pero que aún estaría mejor si el dinero y el sacrificio que va a costar reparar esos daños saliera del bolsillo de quienes se han estado aprovechando de esas dietas, de esos sueldos y de esas fiestas. Que no haya paz para los malvados. Pero retroceder, ni un paso. Asusta pensar que a cierto sector de la derecha se le haya ido la mano suplicando a los dioses un regreso al pasado. El Madrid encabeza la Liga, los toros vuelven a TVE, emigramos a Alemania, los grises aporrean estudiantes, el obrero a precio de saldo. Hemos rejuvenecido cuarenta años.
Contraportada del periódico Extremadura

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