Nada desconcierta tanto a alguien interesado en los libros como entrar en una librería. Y cuanto mayor es la librería, tanto mayor el desconcierto. Una librería tiene algo de cofre del tesoro y de feria de vanidades, de manicomio donde conviven las reflexiones de Marco Aurelio con las recetas de urgencia del último cocinero de moda. Has de llevar muy metido en vena el veneno de la escritura para superar esta prueba, porque en mitad de una librería lo primero que se te pasa por la cabeza es: para qué añadir otro tronco más a esta inmensa pira que parece no tener fin ni servir más que para despoblar selvas, rapiñar monederos ingenuos, alimentar al olvido. Y, por otro lado, qué puede decir un escritor serio que no esté ya dicho mil veces, en todos los tiempos, en todos los idiomas.
Así llegamos, inevitablemente, a la pregunta del millón: cómo se las ingenia un lector para encontrar en este océano de basura y tinta algo que en verdad le merezca la pena. La respuesta a ambas preguntas es Luis Landero. Este hombre, que hablará hoy en el salón de Actos de la Biblioteca de Extremadura, es un escritor serio, profundo, escrupuloso, que cuenta, en un lenguaje lírico y preciso, gigantescas historias mínimas. Su gran secreto, que es el mismo que vienen contando los sabios de todas las épocas, es haber comprendido que en una gota de agua está todo el océano, que la melancolía de un niño emigrante de Alburquerque es idéntica a la melancolía de Ulises, que el gran viaje del hombre es y ha sido siempre un viaje hacia dentro.
Es significativo que en estos tiempos en que hasta los libros se cocinan y se sirven rápido, él tarde tres y cuatro años en parir los suyos. Es el tiempo del silencio sabroso, el que necesita la literatura para decir algo con sentido.
yo no acabo de compartir esa sensación de andar entre el océano de basura y tinta que dices… para mi es al contrario: me encuentro sumergida en un mundo que desearia llevarme a casa y no se por donde empezar… pero todo es respetable. Es cierto que hay mucha literatura mala, pero muchisima más hay de buena por descubrir….
Por supuesto que hay mucha literatura buena, Kira. Gracias a eso sobrevivimos nosotros también. Sin embargo, yo creo que es como la nata de las letras, una capa, más o menos fina, sobre un inmenso mar de letras prescindibles. Lo cual no quiere decir que yo reniegue de ellas o que las censure: si son la grasa necesaria para alimentar un buen parto, pues bienvenida sea. En cualquier caso, yo hablo de un vértigo propio e íntimo, el mío particular, ante la contemplación de tanta literatura, como un cascada que no cesa, y mi propio esfuerzo y vértigo como escritor. Solo eso.
Un abrazo, y gracias por dejar tu opinión