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Un aperitivo antes del aperitivo, si se me permite.
Aunque la RAE, para la palabra abril, da como única opción válida la voz latina aprilis, hay también otra teoría que apunta al verbo latino aperire como posible origen de nuestra palabra abril. Y no carece de lógica porque aperire significaba abrir y quienes apuestan por esta opción arguyen que se llamó así porque es el mes en el que florecen, es decir, se abren todas las flores o, si nos ponemos más poéticos, el mes en el cual la tierra se abre a la vida.
Por otra parte, el verbo aperire ha sido muy productivo en nuestra lengua. No solo ha dado al romance el verbo abrir. Directamente de aperire provienen las palabras apertura y abertura, que, aunque suenen y tengan un sentido parecido, hay matices que las diferencia.
- Apertura, según el Diccionario panhispánico de dudas, la usamos para designar la acción de abrir (se) algo que está cerrado, o la acción de dar principio o comienzo a un acto público, una temporada de estudios o espectáculos, una partida, un expediente administrativo, o la actitud transigente o favorable ante las innovaciones.
- Abertura, sin embargo, se emplea casi siempre con el sentido de “boca, hendidura, agujero”, que es la definición que aporta la RAE.
Otra palabra directamente relacionada es obertura que, aunque tiene su origen en la voz latina aperire, como abertura y apertura, a nosotros nos llega a través del francés ouverture y se usa exclusivamente como término musical: pieza de música instrumental con que se da principio a una ópera, oratorio u otra composición lírica.
Otra palabra más es la voz abrojo, que es esa planta espinosa que nosotros solemos llamar cardo borriquero y con la que hay que tener mucho cuidado de cómo la tocas porque puedes llevarte un mal rato con sus espinas. Y de ahí la viene precisamente el nombre. De la expresión aperire oculos; es decir, abre los ojos, que es la advertencia que daban al que segaba en un terreno cubierto de abrojos para que se guardara de los mismos. Es decir, que primero fue la advertencia y luego vino el nombre de la planta.
Y, por supuesto, de aperire proviene la palabra aperitivo, la cual, en un principio nació como termino médico y así la recogieron nuestros diccionarios, desde el Autoridades de 1726 hasta bien entrado el siglo XIX. La primera definición de esta palabra decía así: “Cosa que abre y limpia las vías. Es voz usada de médicos y boticarios, que se aplica a cualquier medicamento que causa este efecto”. Sin embargo, en 1869 se añade una segunda acepción: “cualquier sustancia que sirve para abrir el apetito”. Este nuevo sentido de la palabra se hizo tan popular que en la edición de 1899, es decir, en solo treinta años, ha desplazado a la anterior y ya se ha colocado como acepción primordial.
DEL APERITIVO MÉDICO AL TABERNARIO, PASANDO POR EL VERMÚ
¿Y qué es lo que ha ocurrido en este breve periodo de tiempo para que la palabra deje de ser un término médico y se convierta en una voz más propia de bares y tabernas?
Pues que en 1786, Antonio Benedetto Carpano, un bodeguero italiano, tuvo la genial idea de añadir al vino blanco una infusión de hierbas y especias y azúcares creando un licor – o elixir, como se le llamaba entonces – más dulce y adecuado para el paladar femenino. Esa fue la intención. Pero pronto se descubrió que no solo gustaba al paladar femenino. Se hizo tan popular que traspasó las fronteras italianas y se hizo famoso en toda Europa. Para denominarlo se tomó la palabra con la que los alemanes llamaban al ajenjo: wermut, en alemán; vermú en español.
En lo que concierne al diccionario, no fue hasta el suplemento del RAE de 1970 en el que se dice por primera vez que un aperitivo, amén de la bebida que se toma antes de la comida principal, es también “el manjar que suele acompañar a esta bebida”. Pero he encontrado que, por ejemplo Torrente Ballester en su obra Don Juan de 1962 ya usaba la palabra aperitivo en el sentido moderno.
La manera usual de llamar a ese “manjar que acompaña a esta bebida” es tapa.
El origen de la expresión no es claro. Hay quien dice que si fue una ley promulgada por Alfonso X el Sabio y otros afirman que fue en una salida de Alfonso XIII por los bares de Sevilla cuando un tabernero cubrió su copa de vino con una loncha de jamón para que no le entraran mosquitos o polvo y que a la siguiente el rey le dijo: otra copa, y a esta le pones también tapa.
Ambas teorías no son más que una forma de querer darle a la palabra origen real; pero yo no apostaría mucho por ninguna de las dos.
[Este post forma parte de la sección Te Tomo La Palabra que, semanalmente, se emite en el programa Gente Corriente de Canal Extremadura Radio]