Busco en la prensa artículos que me emocionen pero no siempre los encuentro. Los encontraba con frecuencia en las columnas de Umbral, y las recortaba para releerlas una y mil veces, pero Umbral, la prosa de Umbral, el tiempo de Umbral, ha muerto. Los encuentro en ocasiones en las columnas de Gregorio Morán, de Isaac Rosas, de Andrés Ibáñez, de Raúl del Pozo; pero ni Raúl es Umbral ni la prensa es lo que fue, hija del Siglo de las Luces, linterna hacia el sentido común.
Busco en la prensa artículos con emoción, con picardía, con mala leche, no que me aleccionen ni que me rebocen los oídos con salmodias de curas y políticos. Las columnas no son, o al menos yo no las entiendo así, lecciones de economía o de moral, ni siquiera deberían servir para hacerte pensar ni para crear opinión, como se dice hoy en día, que eso lo tiene que traer uno puesto de casa. Las columnas son, o me gustaría creer que son, un divertimento inteligente (Camba), una confesión plagada de hermosas mentiras (Cunqueiro), una ocurrencia con chispa (Millás), un dardo envenenado (Reverte), un paisaje con corazón de fondo (Goytisolo).
Busco artículos que me recuerden cada mañana por qué amo tanto a la palabra escrita. Los busco ahora con más ansias que nunca porque tengo una fe ciega en el poder del humor, en el cinismo, en la ironía, en la inteligencia con sentido. Los busco ahora con más necesidad que nunca porque me he asomado a la ventana y he descubierto que también el horizonte viene contagiado del color salmón de las páginas de economía. Economía, apocalipsis y vulgaridad, santísima trinidad de la prensa y de la televisión de principios de siglo. Y con suerte, si le añades un par de euros, te regalan con el periódico la medalla de un santo o una virgen patronal bañada en plata. Irónico camino el recorrido por la prensa: del siglo de las luces a la superstición del euro y de la plata.
Y la palabra escrita, ayer y hoy, consuelo, alivio, refugio.
Mi querido amigo, estoy completamente de acuerdo contigo. Enhorabuena por esta prosa que alerta del peligro de muerte en aras de un mejor postor. Fenomenal. Te seguiré. Un abrazo paisano.
Con admiración y afecto: Tino