Onanismo, marcha atrás y la paja en el ojo ajeno

Hoy tengo el placer de tratar de dos palabras antiguas y de mala prensa. Y que conste que lo del placer no es solo una forma de hablar.

Hablemos de masturbación y onanismo

Empecemos por el origen, ¿cuál de las dos es más antigua? 

La palabra masturbación parece más joven porque suena a tecnicismo médico, como depleción o depresión, y lo de Onán tiene rancias resonancias bíblicas, pero lo cierto es que ya los latinos usaban la palabra masturbari para el acto de “estimular los órganos genitales o las zonas erógenas con la mano o por otro medio para proporcionar goce sexual”, que es la definición que propone el DRAE para la palabra masturbar. Lo que está claro es que los romanos nunca escucharon -ni mucho menos usaron- la palabra onanismo para tal menester.

No obstante, una y otra permanecieron apartadas de los diccionarios de la lengua española hasta bien entrado el siglo XIX; en concreto, hasta el año 1846, en el que se publica el Nuevo Diccionario de la lengua española de Vicente Salvá. La RAE no les da entrada hasta la edición de 1884. Casi medio siglo se lo estuvo pensando, suponemos que haciéndose pajas mentales respecto a si era moral o no el término.  

¿Y cómo definía el diccionario de Salvá al onanismo?

Pues dice exactamente que se trata de “excitación de los órganos genitales con la mano o por cualquier medio que no sea el indicado por la naturaleza para la generación”.

En cuanto a su etimología, onanismo es un epónimo que tiene su origen en un nombre propio: Onán, personaje bíblico que aparece en el Génesis.

Florilegium on Onan: A Response to “Birth Control and Family Planning”La historia de este hombre, que tiene su miga, es la siguiente. Onán tenía un hermano mayor, Er, que muere sin dejar descendencia. La ley obligaba al hermano a casarse con la viuda y el primer hijo que tuvieran se consideraba hijo del difunto, que heredaba así las tierras y los ganados. Esta tradición era muy antigua, pero a Onán no le hacía ni chispa de gracia. De modo que cada vez que se acostaba con la cuñada daba el empujón hacia atrás y eyaculaba fuera. La mujer se quejó a Dios y este, que no se anda con chiquitas, mató a Onán, por pasarse de listo. La Biblia lo cuenta así: “si bien tuvo relaciones con su cuñada, derramaba a tierra, evitando el dar descendencia a su hermano. Pareció mal a Yahvé lo que hacía y le hizo morir también a él (Gén. 38, 9-10).

Es evidente que en un principio no hay relación ninguna entre lo que hizo Onán y la masturbación. A decir verdad, si en algo fue pionero Onán fue en la marcha atrás, no en la masturbación. Pero los traductores y exégetas medievales relacionaron el hecho de no eyacular «como Dios manda» con el onanismo. Para estos señores, todo lo que no fuera el coito con intenciones reproductivas era una misma y aberrante cosa. Un pecado de los peores.

Y esa mentalidad antimasturbatoria no acabó en la Edad Media. Sigue siendo un asunto muy delicado en el que todavía mucha gente ve la paja en el ojo ajeno.

A propósito de paja, como todo el mundo sabe, es esta una expresión que, en castellano peninsular, sirve de sinónimo para el onanismo. Lo de las pajas tiene reminiscencias agrícolas, pues su origen hay que buscarlo en el acto de subir y bajar la mano ejecutado por el campesino para separar los granos del cereal del tallo o paja, lo cual dice a las claras que es cosa de hombres, como el coñac Fundador.

Sin embargo, si a los diccionarios nos remitimos, la voz que primero llegó a los libros fue pajillera, y no pajillero. El Diccionario general y técnico hispanoamericano de Manuel Rodríguez Navas, de 1918, define a la pajillera como prostituta de baja estofa.  La RAE incluye la voz en su edición de 2001 casi con la misma definición: prostituta que masturba a sus clientes.

Entramos en el segundo milenio sin rastro de pajillero. Pero claro que existía.  El DRAE, en 2014, así lo reconoce y acepta: tanto a pajilleras como a pajilleros, a los que define como “persona que masturba o se masturba”. 

A mí la definición me resulta muy adecuada por dos motivos: porque lo de la masturbación ya no se ve como un acto misántropo y solitario y, no menos importante, porque por primera vez dejan al pobre Onán en paz. 

 

[Este artículo forma parte de la sección Te Tomo La Palabra que se publica cada sábado en el programa Gente Corriente de Canal Extremadura Radio]

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