Para hablar del significado de la palabra meticuloso tengo que empezar por hablar del juego de los chinos, ese que consiste en adivinar la suma del total de monedas que hay escondidas en la mano de todos los jugadores. Apuntan algunas fuentes a que el juego lo inventó un pastor leones llamado Felipe Valdeón en 1787 y, aunque alguien desmienta algún día lo del tal Felipe, no hay duda que le llamaron “juego de chinos” porque no jugaban con monedas sino con piedrecitas, esto es, con chinas.
Lo de llamar china a la piedrecita viene de antiguo. Nebrija ya la usa en su Vocabulario español-latino de 1495. La Academia la recoge en el Diccionario de Autoridades de 1729, con la definición: “piedrecilla pequeña”.
Nadie sabe a ciencia cierta de dónde procede esta palabra. Hay muchas teorías: que si es de origen griego – Covarrubias, 1611- , que si es gótica -RAE 1899-, pero, desde 1970 hasta la actualidad, la Academia propone como origen la voz infantil chin, aunque me temo que tampoco sea concluyente y en próximas ediciones incluso es posible que se admita la verdad: no se tiene ni idea.
El caso es que, siguiendo el orden lógico y natural del concepto, a la china se le debería llamar escrúpulo. Así es como se decía en latín, scrupulus, guijarro pequeño. Lo que pasa es que el propio latín ya extendió metafóricamente su significado y del guijarro pasó a nombrar la inquietud, la preocupación. Es decir, se entendía que cuando uno estaba inquieto era porque en el camino liso de la felicidad había surgido algún escrúpulo, alguna china, que lo ensuciaba. Y con este sentido metafórico fue como llegó al romance.
El Diccionario de Autoridades de 1732 define la voz escrúpulo de este modo: “duda que se tiene de alguna cosa, si es así o no es así, la cual trae a uno inquieto y desasosegado hasta que se satisface y entera de lo que es. Dícese particularmente en materias de conciencia”.
Y cuando uno tiene dudas, inquietud y desasosiego, sobre todo “en materias de conciencia”, se está muy próximo a confundir las dudas con el miedo. Que es justo lo que acabó ocurriendo. El escrupuloso se convirtió en sinónimo del miedoso, esto es, del meticuloso. Porque eso es lo que en puridad significa la palabra meticuloso, miedoso, de la voz latina meticulosus, con el mismo significado.
Leída la cosa así, en tan breve párrafo, parece que la sinonimia fue coser y cantar, pero lo cierto es que esta identificación entre meticuloso y escrupuloso fue un parto muy lento.
En un principio meticuloso solo significó medroso. Y, además, era un cultismo que casi nadie usaba. Así lo dice el Diccionario de Autoridades de 1734. Desde luego, nuestros clásicos no la conocieron. Tampoco en el siglo XVIII se utilizó con frecuencia. Fue durante el siglo XIX cuando esta palabra tomó bríos y se puso de moda, llegando al XX en expansión, radiante de fuerzas y de sentido. Clarín y Galdós ya lo usaron como sinónimo de “escrupuloso”.
No obstante, desde 1734 hasta 1947, los diccionarios seguían sin reconocerle otro valor que el de “medroso”. Hasta que, en 1956, en su décimo octava edición, el RAE, siempre tan meticuloso, se dejó de escrúpulos y limpió de chinas el camino del hermanamiento de estas dos palabras. Meticuloso y escrupuloso pasaron a ser oficialmente sinónimos.
Por cierto, ¿cuántas acepciones tiene la palabra meticuloso en la actualidad? En efecto: tres con las que saques.
Pero si no explicas nada anormal