MEJOR PELÍCULA DEL AÑO

 El premio a la mejor película del festival de Sitges de este año ha sido para Red State, una historia dura, curiosa y real que va de cómo un fanático religioso convierte en ejército a un puñado de desesperados, ignorantes y críos a fuerza de llenarles la cabeza de fantasmagorías de redención. Les ha convencido de que Dios está de su parte y de que los demás, en especial homosexuales y mujeres licenciosas, son dignos sólo de un tiro en la nuca. Secuestran y asesinan a su antojo, adormeciendo la conciencia con monsergas sacadas de la Biblia y del magín enfermo del predicador. Un día la policía interviene, pero como la situación es embarullada y peligrosa, pasan de entallarse las manos ante la opinión pública y acaban en el mismo saco secuestrados y secuestradores, víctimas y verdugos.

La película no está mal, pero yo estoy por preguntarme si no será un plagio de este culebrón que tenemos nosotros montado en torno al asunto del fin de ETA. Piénselo bien. En la película de ETA el origen también está en el verbo venenoso de un predicador que promete el paraíso a los vascos buenos, un paraíso que nunca existió y al que se llega por medio del asesinato, la extorsión y el tiro en la nuca. En ambas películas reina un ambiente de confusión, de asfixia moral, de permanente sensación de peligro. En las dos películas el engranaje que pone a funcionar la tragedia es la estupidez de unos personajes, la malicia de otros y la indiferencia del resto. Es cierto que a nuestra película le sobraban extras y carecía de estrellas invitadas, pero ya están ahí Kofi Annan y Gerry Adams para dar brillo a las escenas finales. Solo nos falta, para que la similitud sea total, que tras el The End  aparezcan los verdugos y las víctimas en una misma lista de créditos. 

Publicado en la contraportada del periódico Extremadura 

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