Juan de los Ángeles (1536-1609)
Diálogos
.- ¿Pues hay alguna diferencia entre estos tres términos, pensar, meditar y contemplar?
.- Grandísima, y no me persuadiera yo que ignorabas eso si no me preguntaras, porque es cosa que se debe saber ante todas las demás que hacen esta materia. Nota, pues, que aunque las operaciones de nuestra ánima sean muchas, de tres hacen principalmente mención los doctores, que son: cogitación, meditación y contemplación. De las cuales hablando Ricardo, Hugo de Santo Victore y el canciller Gerson, dicen que la cogitación es pensamiento vago, vano y sin fruto de las cosas de la tierra, en el cual ni hay trabajo ni fatiga, sino un libre discurso por lo que se ofrece. La meditación es pensamiento próvido y deseo sabio del ánima que busca alguna verdad en que no poco se fatiga y congoja, aunque el aprovechamiento es mucho, porque se enciende con ella el fuego de la caridad, que es el fin de toda buena meditación. La contemplación, por ahora, es lo mismo que la meditación, porque la una y la otra es un útil considerar de las cosas celestiales, provechosas para el alma; pero difieren en que la meditación se hace con fatiga y la contemplación gusto y sin pedasadumbre. Y aun la meditación, si es atenta, devota, con particular fin y de cosas particulares, se convierte muchas veces en contemplación (…)
* El que gusta de la soledad sabe a qué sabe Dios y toma gusto en Él.
* La soledad, el recogimiento, el silencio y la vigilantísima observancia del corazón y la atención a la habla o inspiración divina es la base y el fundamento de la vida espiritual.
* Trabaja de refrenar tu lengua y apartarte de hablillas ociosas y jocosas.
Fragmento del libro No sufrir compañía, de Ramón Andrés, donde, a su vez, se extractan obras de místicos españoles del siglo XVI y XVII que hablaron sobre el silencio y la soledad voluntaria.
Editorial Acantilado
Título número 203
Primera edición de 2010
ISBN: 978-84-92649-42-6