Llevo meses escuchando hablar de la crisis, incluso hablando yo mismo de la crisis, pero, para ser sincero, no tengo ni idea de qué estoy hablando, ni he conseguido que nadie de mi alrededor me explique de qué va la cosa. Hoy he vuelto a buscar información sesuda al respecto y me he encontrado con algunas paǵinas interesantes de la que he apartado alguna información que, si bien es verdad que no es muy tranquilizadora, al menos ayuda un poco a poner las ideas en orden.
Un texto:
El escenario actual podría volverse preocupante si no se toman medidas para atajar la retórica cuasi-bélica. Pero todavía nos encontramos muy lejos de una guerra abierta de divisas o de una oleada de devaluaciones competitivas que conduzcan al proteccionismo.
Federico Steinberg. Investigador Principal de Economía Internacional del Real Instituto Elcano y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid.
Otro:
Podemos aprender de la experiencia de los años treinta. Una marea que sube levanta a todos los botes; una que baja inicia una guerra hobbesiana de todos contra todos
Esto nos lleva de nuevo al retiro prematuro de los estímulos fiscales. Ante la depresión de la demanda agregada en Europa y en los Estados Unidos, los gobiernos recurren naturalmente a los mercados de exportación para aliviar el desempleo interno. Pero no todos los países pueden tener superávits comerciales al mismo tiempo. Los intentos por conseguirlos conducirán a una depreciación competitiva de las monedas y al proteccionismo.
Como Keynes observó sabiamente: “Si las naciones aprendieran a obtener pleno empleo con sus políticas internas…ya no existiría un motivo urgente para que un país tuviera que imponer sus bienes a otro o rechazar la oferta de su vecino.» El comercio entre países “dejaría de ser lo que es, a saber, un recurso desesperado para mantener el empleo en casa mediante la imposición de ventas en los mercados extranjeros y la restricción de las compras.” Se convertiría en cambio en “un intercambio voluntario y sin obstáculos de bienes y servicios en condiciones de beneficio mutuo”.
En otras palabras, los conflictos actuales relacionados con las monedas y el comercio son resultado directo de nuestra incapacidad para resolver nuestros problemas de empleo.
Robert Skidelsky, miembro de la Cámara de los Lores británica, es profesor emérito de Economía Política de la Universidad de Warwick, autor de una biografía que ha sido galardonada del economista John Maynard Keynes y miembro del Consejo de la Moscow School de Estudios Políticos.
Otro:
La reactivación económica mundial, lograda por medio de una colosal inyección de gasto público en el circuito económico (de los EEUU a China), es frágil pero real. Un solo continente se queda atrasado, Europa. Encontrar el camino del crecimiento no es su prioridad política. Europa entró en otra vía: la de la lucha contra los déficits públicos.
Fue necesaria la degradación de la nota de Grecia por la agencia Moody’s el 15 de junio, para que los dirigentes europeos retomaran el término de “irracionalidad” que tanto emplearon al inicio de la crisis de los subprimes. De este modo se descubre que España está más amenazada por la fragilidad de su modelo de crecimiento y de su sistema bancario que por su deuda pública.
Para “tranquilizar los mercados” se improvisó un Fondo de estabilización del euro, y se lanzaron por toda Europa drásticos, y a menudo ciegos, planes de reducción del gasto público. Los funcionarios son las primeras víctimas, incluso en Francia, en donde el alza de cotizaciones de su previsión será una disimulada baja de sus salarios. El número de funcionarios disminuye en todas partes, amenazando los servicios públicos. Las prestaciones sociales, de los Países Bajos a Portugal, pasando por Francia con su actual reforma de la previsión, están siendo gravemente amputadas. El paro y la precariedad del empleo crecerán forzosamente en los años venideros. Estas medidas son irresponsables desde un punto de vista político y social, e incluso en el estricto ámbito económico.
Esta política, que ha calmado provisoriamente la especulación, tiene ya consecuencias sociales muy negativas en numerosos países europeos, particularmente en la juventud, el mundo del trabajo y los más vulnerables. A corto plazo agudizará las tensiones en Europa y con ello amenazará la propia construcción europea que es mucho más que un proyecto económico. Allí la economía debiese estar al servicio de la construcción de un continente democrático, pacificado y unido. En lugar de eso, se impone por todas partes una forma de dictadura de los mercados, y especialmente hoy en día en Portugal, España y Grecia, tres países que aun eran dictaduras a principios de los años 1970, hace apenas cuarenta años.
Que se la interprete como el deseo de “tranquilizar los mercados” por parte de gobiernos asustados, o bien como un pretexto para imponer decisiones dictadas por la ideología, la sumisión a esta dictadura es inaceptable tanto ha dado ya la prueba de su ineficacia económica y de su potencial destructivo en los planos político y social.
Hacemos más adelante una presentación crítica de diez postulados que continúan inspirando cada día las decisiones de los poderes públicos en toda Europa, a pesar de los brutales desmentidos aportados por la crisis financiera y sus consecuencias. Se trata de
falsedades que inspiran medidas injustas e ineficaces, frente a las cuales proponemos al debate veintidós contra proposiciones. Ellas no cuentan necesariamente con el asentimiento unánime de los signatarios de este texto, pero deben ser tomadas en serio si queremos sacar a Europa del atolladero.
Falsedad n°1: los mercados financieros son eficientes.
Falsedad n°2: los mercados financieros son favorables al crecimiento económico.
Falsedad n°3: los mercados son buenos jueces de la solvencia de los Estados.
Falsedad n°4: el aumento de la deuda pública resulta de un aumento del gasto.
Falsedad n°5: hay que reducir el gasto para reducir la deuda pública.
Falsedad n°6: la deuda pública le hará pagar nuestros excesos a nuestros nietos.
Falsedad n°7: hay que tranquilizar a los mercados financieros para financiar la deuda pública.
Falsedad n°8: la Unión Europea defiende el modelo social europeo.
Falsedad n°9: el euro nos protege contra la crisis.
Falsedad n°10: la crisis griega permitió avanzar hacia un gobierno económico y una verdadera solidaridad europea.
Philippe Askenazy (CNRS, Ecole d’économie de Paris), Thomas Coutrot (Conseil scientifique d’Attac), André Orléan (CNRS, EHESS), Henri Sterdyniak (OFCE)
Todas estas lecturas me han llevado a pensar que acaso la situación no sea tan tranquilizadora como parece. El día está gris, de una grisura hermosa y otoñal. Afuera, el mundo es un paraíso de monotonía donde cada una de las personas que yo conozco anda preocupada por cosas que nada tienen que ver con la macroeconomía, si acaso, el único sueño que les inquieta es los horarios de los supermercados. Pero esa misma capa de inconsciencia ya le he visto antes, me suena, y al pronto no sé de dónde. Pero me voy a mis anaqueles, busco y encuentro estos pasajes.
LUIS.- (Se ha quedado un momento en silencio, contemplando el campo) ¿Te imaginas que aquí hubiera una guerra de verdad?
PABLO.- Pero, ¿dónde te crees que estás? ¿En Abisinia? ¡Aquí qué va a haber una guerra!
LUIS.- Bueno, pero se puede pensar.
PABLO.- Aquí no puede haber una guerra por muchas razones.
LUIS.- ¿Por cuales?
PABLO.- Pues porque para una guerra hace falta mucho campo o el desierto, como en Abisinia, para hacer trincheras. Y aquí no se puede porque estamos en Madrid, en una ciudad. En las ciudades no puede haber batallas.
LUIS.- Sí, es verdad.
Fernando Fernán-Gómez
Las bicicletas son para el verano.
3 julio 1939 (Justo dos meses antes de que Alemania declarara la guerra a Francia y a Inglaterra)
En Nueva York se sabe poco de la crisis europea, y Tess dice que me estoy haciendo impopular al adoptar una visión tan pesimista acerca de ella. El problema radica en que aquí todo el mundo está convencido de tener todas las respuestas. Saben con certeza que no habrá guerra. Ojalá pudiera saberlo yo también.
Sir Percy Bate, presidente de Cunard, me asegura que no habrá guerra.
William Shirer
Diario de Berlín
Y con esto no quiero decir ni mucho menos que estemos en una situación prebélica, ni que la situación mundial actual sea parecida a la de los años 30. El caso es que no lo sé, que nadie lo sabe, y que de saberlo, ni los propios analistas se darían cuenta de ello. Los únicos que podrían estar al tanto son los tipos que detentan el poder económico, y a eso les importamos un pimiento. Lo han demostrado muchas veces. El que leyó, lo sabe.