España no está ni siquiera entre las veinte naciones más poderosas del planeta y, sin embargo, si en el resto del mundo se viviera como se vive aquí harían falta tres planetas para abastecernos. Lo vienen advirtiendo los científicos y ningún político responsable lo ignora, pero, como tantas otras cosas que importan, se lo pasan por el forro de las promesas electorales. Los recursos no es que sean escasos, es que es torpe la manera de administrarlos.
Tranquilos, no voy a sumarme al coro de apocalípticos con el que nos desayunamos a diario, pero creo que con la que está cayendo en Oriente, en África, en Sudamérica, en Asia, nuestros políticos deberían ser listos y abrir los ojos y el corazón, antes de que nos abran a todos en canal. Se acabó el tiempo de ser conservadores, ya que por este camino pronto no habrá nada que conservar. Es tiempo de arriesgar y ser generosos.
Según las cuentas que se echa Occidente, lo seguro, cómodo y barato es amparar a gente como Mubarak, Nizayov, Mugabe, Kin Jong, Castro, quienes, además de mantener en la miseria a millones de ciudadanos, nos proveen de recursos a un precio razonable. Pero, ¿qué pasará si el mundo se contagia de esas ansias de libertad que le ha entrado a Egipto? Nuestro sistema no está preparado para soportar algo así. La solución es compleja: implica un serio ejercicio de revisión de los sistemas religiosos, políticos y económicos. Demasiada revisión para gente que no soporta revisores ni en el tren. Pero, en la era de Internet y los vuelos espaciales, no valen los paños calientes. Hay que exigirles a los políticos, a los economistas, a los mandamases, un nuevo sistema donde la democracia, la libertad, la riqueza no sean privilegio de unos pocos. Por pura supervivencia.
Revis-ando…
Hoy, Maestro, no tengo que añadir ni una sola coma.
Re-visemos, por favor.
Gracias.
Esto tarde o temprano tiene que estallar por algún lado….ya veremos, pero no veo al mundo occidental levantándose y exigiendo a los poderosos y mandamases, estamos acomodados.