Míralo. Se pasa las horas frente al ordenador, buceando por la prensa política como un pescador de conchas. Los dieciocho años recién estrenados, la cabeza llena de lecturas, la infancia fresca y reciente, el futuro en barbecho. Es mi hijo. Un gran tipo, y por primera vez en su vida va a poder participar en el milagro de unas elecciones. Su mayor ilusión es contribuir a cambiar el mundo. Y bajo la perspectiva de su sangre caliente y joven debe parecerle tan fácil y tan poca cosa que no se explica cómo no lo hemos hecho antes nosotros. Seguramente supone que cambiar el sistema económico y social de un país es como cambiar el sistema operativo de su ordenador, cuestión de ciencia y eficacia.
Y como él debe de haber cientos de miles ahí fuera. Chicos y chicas rebosantes de entusiasmo. Lo mejor de cada casa. Me hacen pensar en aquellas viejas historias en las que a las afueras del pueblo siempre había un dragón reclamando doncellas, para matrimonio y almuerzo, como en los cuentos de Cunqueiro. Ahora no hay dragones pero en su lugar tenemos al monstruo del Dinero. Un monstruo de tres cabezas- Iglesia, Banca y Política – al que cada cuatro años hay que arrojarle en sacrificio toda la ilusión y el entusiasmo de nuestra mejor camada.
Con esta golosina lo convertimos en un dragón insaciable, pero pacífico. A la vuelta de un par de elecciones, los chicos más honestos y sinceros de esta generación ya se habrán percatado de que a la monarquía no se la echa ni con agua caliente, que la política es un lodazal, que la Iglesia sigue con sus privilegios, que los herederos de Botín continúan con la sartén por el mango. A ellos solo les quedará, como ahora a nosotros, no aguarles a sus hijos la ilusión del primer entusiasmo. O matar al dragón.
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Querido Amigo: ayer leí en la columna de J.C. Escudier de Público*, en referencia a otro jovencito de noveinta y tantos palos (Stephane Hessel) y su última publicación, Indignaos **:
"A veces es necesario saber que las resistencias están ahí".
En la misma columna* se hacía también referencia a Galeano: "La utopía es necesaria para caminar".
Tu artículo de hoy me ha hecho sonreír en mi desayuno de sábado, como casi todos los sábados… Pero no es una sonrisa picarona, ni desconfiada… Es de ánimo. Hace ya unos cuantos años de mi "ilusión del primer entusiasmo". Hace tiempo que estoy cansado de buscar al puto tricéfalo… de caminar siempre cuesta arriba… de descansar en el llanto tantas veces…
Una de las bebidas energéticas para seguir ahí: ¡UN PADRE QUE TE APOYE!
Abrazo, Maestro.
(*)http://blogs.publico.es/escudier/702/indignacion-y-compromiso/
(**)http://www.cadenaser.com/cadenaser/podcast/audios/cadenaser_hoyporhoy_20110328csrcsrcul_2_Aes.mp3
Me uno al comentario anterior y aplaudo a ambos.Touché.Un saludo desde Lahera.
josé Miguel