Si eres de los que adoran a la bandera por encima del árbol con el que se hizo el mástil que la sustenta,
de los que ven el mapa pero no los ríos y los bosques y los seres que lo pueblan,
de los que anteponen la patria a las vidas de los padres y las madres que la conforman,
de los que saben de economía pero no de empatía ni de compasión,
de los que hacen alarde de venerar a Dios despreciando a sus criaturas y a sus obras,
de los que se emocionan con un himno y no con las lágrimas de los que sufren.
Si eres, en fin, de los que le ríen las gracias a los perversos,
de los que dan su voto a mercaderes y propagadores de odio,
no te extrañe si un día te sorprendes llevándote las manos a la cabeza,
preguntándote cómo hemos llegado a esto mientras llueve odio y bombas desde el cielo.