Celestina, más que un nombre de mujer

Celestina es un personaje de la Tragicomedia de Calisto y Melibea, atribuida a Fernando de Rojas y publicada a finales del siglo XV, y que en el lenguaje cotidiano acabó convirtiéndose en paradigma de alcahueta.

Aquí tenemos un ejemplo de que a las palabras les puede pasar como a las personas: corren distintas suertes en función de las compañías con las que anden. Por ejemplo, “alcahuete” y “ángel” son dos formas de decir lo mismo. Ambas significan “mensajero”: una en árabe y la otra en griego. Una es un elogio – porque un ángel es el mensajero de Dios – y la otra un insulto – porque los mensajes con lo que comercia un alcahuete poco tienen que ver con las cosas divinas.

Celestina era alcahuetea con los amores de Calisto y Melibea. Hay constancia de esta sinonimia entre alcahueta y celestina desde, al menos, el siglo XVI, aunque no entra en un diccionario de la lengua española hasta 1852, cuando el lexicógrafo Adolfo de Castro y Rossi la define en su Gran Diccionario de la Lengua Española como sinónimo de alcahueta. El RAE adopta esta misma definición a partir de 1899.   

Los nombres de los personajes protagonistas de esa tragicomedia son lo que se llaman “nombres parlantes”, es decir, reflejan el rasgo fundamental del personaje, ya sea físico o moral.

  • Así Melibea viene del latín melis (miel) y bea (beata, que significa feliz, afortunada).
  • Calisto tiene origen griego y significa bello. Y de ahí que hoy se llame calistenia a esa modalidad deportiva que consiste en forjarse el cuerpo como si te fueras a presentar a un casting para la película 300.
  • Y Celestina tiene que ver con el cielo, las estrellas, los augurios y, por ende, la brujería. Fue desde antiguo nombre de mujer y de semidiosa griega, madre de Néstor, personaje ilustre de la Odisea.

A partir de la obra de Fernando de Rojas, el nombre cae en desgracia, es cierto, pero no desaparece. Yo conozco a un par de mujeres que se llaman así. Y a algún que otro hombre. La RAE, desde su edición de 2006, admite que se puede ser hombre y celestino. Es más, es posible ser celestino sin que el amor ni el sexo tengan nada que ver.

El RAE define así al celestino o celestina actual: “Persona que facilita o promueve de manera encubierta contactos con fines políticos, comerciales o de otro tipo”. Y es que en nuestros días se celestinea, sobre todo, por intereses que de un modo u otro tienen que ver con el dinero, la auténtica Melibea de nuestros tiempos.  

Este artículo forma parte de la sección Te Tomo La Palabra que semanalmente se publica en el programa Gente Corriente, de Canal Extremadura Radio. Puedes escucharlo aquí.

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