Lozana y tersa la ves, huele a rosas,
sabe a albérchigo y a telera de trigo,
pero si la despojas de fanfarrias,
las tetas le eclipsan el ombligo,
le emanan de los hocicos dulzores
de letrina; es corva, cegata y tosca,
habla mucho y mal, y acuden señores
a su cama, como a la mierda las moscas.
Yo he visto su rostro lleno de cremas,
corrupto su sobaco en lobanillos,
sé, mejor que otros, el valor de esa gema
que tú compras a fuer de baratillo.
Te advierto, compadre, que es trapo sucio,
no quiero luego lágrimas tardías:
tomas por yegua lo que no es ni rucio.
Avisado vas. Con Dios, buenos días.
Del libro Zorra mía. Diario de un poeta recién divorciado