Foto de Imelda, tomada en una calle de Florencia |
Agentes del Cuerpo Nacional de Policía encontraron ayer a un joven vagando por el centro de la ciudad con claros síntomas de ofuscación tras haber sido asaltado, a plena luz del día, por sus propias dudas. No me esperaba esto de mí mismo, ha confesado a este periódico G.C.E., la víctima, que prefiere mantenerse en el anonimato.
El suceso ocurrió durante las fiestas patronales, cuando el asaltado se entretenía en besar a su novia en un portón sin percatarse de que a su vera discurría una multitud que con mucho arrobo y mucho cántico acompañaba en procesión a la imagen de una Virgen. En esas se le acercó una señora y le gritó que si no tenía vergüenza y él respondió que sí, que tenía, pero que era ella la que demostraba no tener dos dedos de luces por cantarle, a su edad, a una estatua. La que se organizó no es para escribirlo. El muchacho, hostigado por una multitud que de repente ya no discurría sino que bramaba, suspendió los preámbulos del polvo y puso pies en polvorosa. Y fue justo al torcer una esquina, mientras recuperaba el aliento, cuando las dudas, aprovechando la confusión, efectuaron el asalto. Quién soy, de dónde vengo, adónde voy.
La policía descarta que se trate de una banda organizada de dudas venidas del norte de Europa ya que apenas causaron en la víctima heridas superficiales. Son dudas aficionadas, asegura la psicóloga de la Policía Nacional, nada por lo que la población deba preocuparse. Las verdaderas dudas actúan con nocturnidad, mientras el cerebro hace la digestión de una buena lectura o de una charla con sustancia, y dejan cicatrices que son para toda la vida. No alarmemos a la ciudadanía, añadió el Delegado del Gobierno: entre la televisión y los planes de estudio, las dudas hace tiempo que dejaron de ser una amenaza.
Contraportada periódico Extremadura, 18 de agosto 2012